Erotismo y exotismo del tercer mundo: «Vers le Sud» y la mirada de Disney a Latinoamérica.

fotograma de Vers le Sud-2006. Laurent Cantet

Fotograma de Vers le Sud. Laurent Cantet

“Vers Le Sud” (Hacia el Sur, 2006) de Laurent Cantet, es una película francocanadiense que cuenta la historia de Brenda, una mujer blanca norteamericana de Georgia que a fines de los 70 vuelve de vacaciones a Puerto Príncipe, Haití, donde hace unos tres años pasó un verano con su marido. En esa ocasión Brenda tuvo un encuentro sexual con Legba, entonces un adolescente quinceañero negro. Para Brenda fue su primer orgasmo a los 45 años (…)

fotograma de Vers le Sud-2006. Laurent Cantet

Fotograma de Vers le Sud. Laurent Cantet

“Vers Le Sud” funciona como una metáfora explicita de la dominación colonialista de los blancos en Haití. Tanto los franceses como los norteamericanos han ocupado esas tierras en el pasado. Y en el presente del film, el turismo sexual sigue siendo parte de esa ocupación. Reflejado acá por mujeres occidentales que vienen a servirse de los cuerpos negros de los haitianos. En el texto “Tropos del imperio” de su libro “Multiculturalismo, cine y medios de comunicación”, Robert Stam y Ella Shohat dicen que “Los colonizados son presentados como cuerpo y no como mente, del mismo modo que se ve al mundo colonizado como materia prima y no como elaboración o actividad mental” (Shohat y Stam, 152). “Vers Le Sud” se sirve de esos tropos de manera conciente precisamente para elaborar una crítica en torno a como el hombre blanco (en este caso la mujer) ocupa el cuerpo (la vida) del colonizado (…) Nuevamente la idea de Shohat y Stam, de tratar al colonizado sólo como un cuerpo, además de otorgarle una connotación erótica al lugar, que tiene que ver con el tropo de las tierras “vírgenes” que Shohat y Stam describen en el mismo texto. Para Shohat y Stam “la “virginidad” subraya la disponibilidad de la tierra, y pide, pues, “lógicamente” una penetración que la fecunde”. (…) La película, sin embargo, invierte los roles tradicionales de género en donde es el hombre blanco quien puede poseer a las nativas, sin que eso sea considerada una violación. Shohat y Stam lo establecen en su texto detectando la contraposición que existe entre la mujer del tercer mundo ardiente y en permanente celo (lo que justifica el abordaje del colonizador) versus la imagen frígida de la europea. Explicando que si una Europea se relaciona sexualmente con un hombre del Tercer Mundo, solo puede ser producto de una violación.

fotograma de Vers le Sud-2006. Laurent Cantet

Fotograma de Vers le Sud. Laurent Cantet

En el caso de “Vers Le Sud”, los ardientes y en permanente celo serían los hombres negros, y las mujeres blancas están en todo su derecho de usar esos cuerpos como les plazcan, casi como parte de una propiedad histórica. Para Shohat y Stam en esa manera de representar al Tercer Mundo como exótico y erótico, el imaginario imperial podía así desarrollar sus propias fantasías de dominación sexual. Históricamente la moral europea y occidental ha vivido la sexualidad desde una perspectiva represiva, principalmente en función del rol de las mujeres, por lo que el imaginario de la mujer salvajemente sexual del Tercer Mundo responde a una manera de canalizar esa frustración en la construcción de un imaginario erótico masculino de un mundo en donde esas limitaciones morales no existen.

Fotograma de Los tres caballeros, 1944. Walt Disney

Fotograma de Los tres caballeros. W. Disney

Resulta sorprendente detectar que ese imaginario erótico del Tercer Mundo, se encuentre presente en dos películas de Walt Disney (…) Pocos años después (que Saludos amigos – 1942) en 1944 aparece ahora un largometraje titulado “Los Tres Caballeros”, protagonizado por el Pato Donald, por José Carioca y por una nueva ave esta vez oriunda de México: Panchito (…) Lo que en un principio surge como un paseo turístico por el lugar, lentamente se va transformando en la proyección de la fantasía sexual masculina de la aventura con una mujer exótica a lo Carmen Miranda, gracias a la aparición de una bella bahiana de melodiosa voz (…)

Fotograma de Los tres caballeros, 1944. Walt Disney

Fotograma de Los tres caballeros. W. Disney

Panchito lleva a Donald y a Pepe Carioca a mostrarles su país. Al principio, parte con un tono naif, mostrando costumbres de fiestas populares infantiles, como el juego de la piñata, pero no tardan en enfocar la mirada nuevamente a la mujer. Al mostrar un baile “típico” de México, una sexualizada bailarina (con todo lo sexualizada que puede ser una mujer en los años 40 en una película de Disney) baila con el pato, dejándolo cada vez más excitado al punto de ponerse rojo. Luego, el trío de aves se traslada a un Acapulco que emula a un harén, ya que sobre la arena sólo hay mujeres. El tropo del harén es precisamente otro de los que identifican Shohat y Stam en su texto. “Las imágenes del harén representan la entrada a un mundo atrayente y tentadoramente prohibido, que se considera irresistible para el instinto primitivo que se supone que todos los hombres tienen».  Acapulco se presenta gratuitamente como un lugar lleno de bellas mujeres que bailan y cantan. A través de un telescopio, Donald, cual voyeur, espía desde una alfombra voladora (¿nuevamente un guiño al imaginario del harén?) a las bellas mujeres que toman sol sobre la arena. Las mujeres al darse cuenta, en vez de molestarse, saludan al trío de aves, dispuestas a ser abordadas. Son latinas, del Tercer Mundo y por lo tanto estarían en permanente celo. La alfombra voladora aterriza desesperadamente, sugiriendo un nivel de libido extremo. Donald se pone un traje de baño rojo y se lanza de cabeza desde el aire hacia el suelo, como si estuviera penetrando el espacio. Cae entre un grupo de exóticas mexicanas que lo aplauden mientras canta.

Fotograma de Los tres caballeros, 1944. Walt Disney

Fotograma de Los tres caballeros, W. Disney

Lo que sigue es una verdadera orgía encubierta, donde el pato juega a la gallinita ciega con un gran grupo de mujeres con poca ropa. Para finalizar la película, un momento musical donde el rostro de una Mexicana suspendido en un cielo estrellado canta “Solamente Una Vez” en inglés. Lentamente la animación va tomando tintes delirantes, que refleja el estado de excitación extremo en el que está el Pato Donald. Las mujeres de Acapulco se mezclan con las bailarinas, las vemos en distintos colores y formas, vemos a Donald completamente rojo, persiguiendo siluetas femeninas como un degenerado sin control. La imagen final es de cierto caos. El caos propio de las fiestas, el caos del Tercer Mundo. Fuegos artificiales explotan en el cielo con las palabras Fin, Fim y The End, cada unos con los colores propios de la bandera del país que representan.

Fotograma de Los tres caballeros, 1944. Walt Disney

Fotograma de Los tres caballeros, W. Disney

Para Shohat y Stam “la libidinosidad manifiesta de manera subliminal la necesidad de una operación de mantenimiento del orden.”  En Los tres Caballeros ocurre exactamente lo que Shohat y Stam afirman, se “presenta al colonizado por un lado como alguien alegremente ignorante, puro y acogedor; y por otro lado como alguien incontroladamente salvaje, histérico, caótico y que necesita la tutela y la disciplina de la ley”.

Tanto las mujeres de “Vers le Sud” y el trío de aves de “Los Tres Caballeros”, practican el turismo sexual. Las primeras en un contexto absolutamente asumido y dentro de una película que busca precisamente reflexionar sobre el poder del imperio ante una sociedad colonizada, las segundas en una película que pretendía oficialmente saludar a sus hermanos latinoamericanos en una política de integración o como se le llamó de “buena vecindad”. En ambas películas, independientemente de las intenciones de sus respectivos autores y del contexto en que fueron creadas, vemos a occidentales reprimidos sueltos en un “paraíso orgiástico”. Lo interesante es ver como ese paraíso se encuentra completamente disponible para la ocupación. No opone resistencia y los “invasores” tampoco se cuestionan el carácter ético de esa ocupación sexual, es más, la justifican y la validan y los “colonizados” los reciben, se entregan, les bailan y les dan placer. Tanto Brenda como el Pato Donald reivindican el derecho del hombre blanco de hacer y deshacer con los cuerpos tercermundistas. La relación entre el Primer y el Tercer Mundo funciona como una dinámica sadomasoquista en donde uno entrega su cuerpo y el otro domina. “Vers Le Sud” intenta denunciar concientemente, lo que “Los Tres Caballeros” presenta disfrazado en forma de fábula infantil: El cuerpo del Tercer Mundo como espacio válido y libre para ser mil veces ocupado y penetrado por el cuerpo del Primer Mundo.

José Fonseca, 2014
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Bibliografía /Filmografía:
“Topos del Imperio” Multiculturalismo, cine y medios de comunicación: Crítica del pensamiento eurocéntrico. Shohat, Ella y  Stam, Robert. Barcelona, Paidós Comunicación, 2001.
Saludos Amigos. Prod. Walt Disney. 1942. Fílmico.
Los Tres Caballeros. Prod. Walt Disney.1944. Fílmico.
Vers Le Sud. Dir. Laurent Cantet. 2006. Fílmico

Trailer de Vers le Sud, 2006. Laurent Cantet

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